lunes, 12 de diciembre de 2011

Recuerdo una cosa que leí una vez, una máxima del budismo zen que dice que un roble lo crean dos fuerzas simultáneas. Evidentemente, la primera es la bellota, 
la semilla que contiene la promesa y el potencial, que al crecer se convierte en el árbol. Eso está clarísimo. Pero son pocos los que reconocen otra fuerza importante, 
la del árbol futuro, cuya ansia de existir es tan enorme que hace eclosionar y brotar la bellota, llenándola de vigor, guiando la evolución desde la nada hasta la madurez. Hasta tal punto que, en opinión de los filósofos zen, es el propio roble quien crea la bellota de la que nace. 
Eat, Pray, Love